"Entonces su sonrisa, si todavía existe, se vuelve un arcoiris"

sábado, 27 de febrero de 2010

De Pe a Pa

Una mañana, siendo todavía bastante chica -no tanto como para no acordarme de unos cuantos detalles pero si quizás para ser todavía experta en cuestiones culturales que hacían a lo nacional y a la época en que vivíamos, exactamente descripta por ejemplo en la “Marcha de la bronca”, sólo miraba dibujitos transculturados como los ‘Picapiedras’-, hablábamos en casa de ir al parque Centenario.

Mamá y papá mencionaron los nombres de dos amigos suyos muy queridos, alegando que ellos estarían esa tarde allí. Uno de ellos era un militante que hacía pocos años había recobrado finalmente su libertad. El otro, un científico que siempre inventaba cosas, recientemente vuelto de trabajar en el exterior.

Después del almuerzo, nos llevaron a mis dos hermanitas y a mí a los juegos; miramos los rompecabezas de maderitas que había en la feria, nos subimos a todos los tipos de hamacas, y eso que había una gran variedad y largas esperas para poder ir a cada una!! Al tobogán más alto todavía no me animaba…

Más tarde, después de varias horas de juego, nos topamos con Pedro y con su esposa, en lo que yo creía un encuentro previamente acordado. Acababan de comprarle una latita de coca a su hijo, y después de un caluroso saludo pasamos con ellos el resto de la tarde, tomando mate -sólo los grandes, claro está-.

Cuando empezaba a bajar el Sol, pensé para mis adentros que todavía nos faltaba encontrar al otro matrimonio, lo cual no sería tarea fácil entre semejante muchedumbre y sumado a que la luz diurna desaparecía con toda rapidez.

Mi pensamiento se vio interrumpido cuando íbamos caminando y de pronto nos detuvimos ante montones de personas que conformaban el público de un escenario, que a esa edad veía muy lejano. Sobre él encontré dos personajes con guitarras; la imagen borrosa que tengo me es similiar a la de Donatto y Estéfano, pero no fue exactamente ahí sino en el instante siguiente cuando por fin entendí todo; el encuentro con Pedro había sido totalmente casual!! (y no es lo más común en Buenos Aires); fue en ese justo momento cuando mi mamá me los señaló y dijo “Esos son Pedro y Pablo”. Ahí supe que no veríamos al Pablo inventor en esa oportunidad… y que Pedro tampoco tenía nada que ver con Cantilo y Durietz!!!

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